jueves, 10 de junio de 2010

La farmacia bilbaina

Un madrileño se ve obligado a ir al médico durante una breve estancia en Bilbao debido a una gripe. El doctor le manda un jarabe, unas aspirinas y unos supositorios, y el paciente decide comprar las medicinas allí mismo. Así que, quejumbroso pero decidido, entra en una farmacia:

- Buenas tardes -dice el madrileño-, querría unas cosillas que me ha mandado el médico.

- Diga, caballero -responde el farmacéutico.

- Un jarabe para la tos.

El farmacéutico se mete en el almacén y, al poco tiempo, se oye un estruendo terrible que sale de allí. El madrileño, sorprendido, mira y aparece el dueño de la farmacia arrastrando un barril de cincuenta litros de jarabe para la tos.

- Aquí lo tengo pues -anuncia, sonriente.

- Hmmm... eh... también querría una caja de aspirinas.

Sin decir nada, el dependiente se vuelve a meter en el almacén y, a los pocos segundos, se oye algo que se arrastra. El farmacéutico surge de nuevo llevando consigo una aspirina del tamaño de una rueda de coche.

- Ya está esto. ¿Qué mas necesita?

El madrileño, mirando la última receta que tiene en la mano, empalidece y dice:

- Deje, deje. Los supositorios ya los compro cuando llegue a Madrid.

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