Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros (Groucho Marx)

Este blog pretende ofrecer al visitante un chiste nuevo al día durante todo el año. Los habrá de todo género y calidad. Largos y cortos. Buenos y malos. Simpáticos, irreverentes, grotestos, de alto contenido sexual y propios de la astracanada más sonada.

Nadie está obligado a leerlos pero cualquier comentario es bien recibido.

O no.

lunes, 15 de febrero de 2010

Dos deseos

En un restaurante de cinco tenedores y lujo excepcional entra por la puerta un caballero bien vestido sujetando bajo el brazo una gallina. El maître le atiende con gran celeridad ya que el cliente pretende sentarse a comer y, por el aspecto, parece ser bastante rico.

El señor se acomoda en una espléndida mesa y coloca a la gallina a su lado.

El maître, manteniendo la compostura, ofrece un menú al cliente y espera para tomar nota. Tras unos breves instantes de consulta el caballero dice:

- Tomaré una crema de espárragos de primer plato.

- Perfecta elección, señor. Hmmm, a la gallina ¿desea que le traiga unos granitos de maíz?

El caballero, clava su mirada en el maître y exclama:

- ¿Bromea? A la gallina traigale siete ensaladas ilustradas, seis centollos, una docena de cremas de espárragos y catorce platos de entremeses variados. Y deprisita.

Ante el tono imperativo del señor, el maître se aleja veloz a la cocina y ordena que preparen semejante comilona.

Al poco, le llevan su crema de espárragos al caballero y todo lo demás a la gallina. Y, para sorpresa de todos, la gallina empieza a comerlo todo a gran velocidad, casi sin detenerse, hasta el punto de que cuando termina el señor aún no ha concluido su crema.

El maître no puede evitar sorprenderse y, con cierto temor, se acerca de nuevo a la mesa.

- Y...y... de segundo, ¿qué desearía el señor?

- Bien. Yo tomaré unos riñones en su salsa.

- Y... y... ¿la gallina?

- Póngale diez entrecot bien hechos, seis chuletones con patatas, un cochinillo entero y siete pollos asados. Y todo con su guarnición, por favor.

El maître, azorado, agobiado y tembloroso se dirige a la cocina y ordena la preparación del segundo.

Y, cuando llevan a la mesa todos los platos, se repite la subrealista escena. La gallina lo come todo vorazmente, sin pausa, sin aliento, mientras el señor toma sus riñones serenamente, como si el espectáculo de su gallina no fuese con él.

Al terminar de comer, el caballero se limpia suavemente y pide la cuenta. El maître se la lleva viendo que aquel espectáculo ha sido muy caro, pero para su sorpresa el señor saca de un bolsillo de su chaqueta un fajo de billetes de 500 euros y, sin inmutarse deja varios de ellos sobre la mesa sobrepasando con creces el coste del banquete.

Cuando el cliente se levanta para marcharse, el maître no puede evitar hacerle una pregunta que le ronda por la cabeza desde que le vió entrar.

- Disculpe, señor, pero su gallina me tiene intrigado... es... ¡fascinante! ¿De dónde la ha sacado?

- Bueno -responde el caballero- es una historia muy simple. Verá, un día, paseando por la playa me topé con una lámpara maravillosa, la froté y de su interior salió un genio que me dijo que me concedía dos deseos. Mi primer deseo fue ser enormemente rico, y me dio una fortuna inconmensurable Y mi segundo deseo fue que quería tener una polla insaciable... ¡y me dio una gallina devoradora!

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