-Caballero -informa el agente-, se ha saltado usted un semáforo en rojo.
-Lo siento -responde, azorado, el infractor- pero es que, vera, soy daltónico.
-¿Y qué pasa con eso? -replica el guardia civil- ¿En Daltonia no hay semáforos?
Un chiste al día no hace daño
-Caballero -informa el agente-, se ha saltado usted un semáforo en rojo.
-Lo siento -responde, azorado, el infractor- pero es que, vera, soy daltónico.
-¿Y qué pasa con eso? -replica el guardia civil- ¿En Daltonia no hay semáforos?
"A la salida te espero".
-Disculpe... querría una... una caja de condones.
El farmaceútico, sonriendo, responde:
-Claro que sí, hombre. ¡Pero no sea vergonzoso y quítese la máscara!
-Cura.
-¿Profesión de su madre?
-Monja.
-Vaya... ¿Colgaron los hábitos?
-No. Se los subieron un poco.
Entra en el lugar y observa que hay tres ancianos de cara a la pared, orinando. De uno de ellos salen dos chorritos, del otro salen cinco y del tercero salen dieciocho.
Asombrado, y movido por el ímpetu algo desvergonzado de su edad, interroga a aquellos hombres sobre semejantes portentos.
-En mi caso -dice el primero- es consecuencia de un bayonetazo en mis partes inflingido por un maldito francés en la batalla de Verdún.
-En el mio -expone el segundo- es el resultado de la explosión de una granada italiana mientras luchábamos en Montecasino.
-Pues en el mío -sentencia el tercero- es por culpa de esta bragueta china, que no me la he podido bajar a tiempo.
-¿Qué llevas ahí? -pregunta, curiosona.
-Llevo a mi tía Clotilde, que la hemos incinerado.
-Mira -le explica-, el infierno lo tenemos organizado por nacionalidades de los condeados. En cada pozo metemos las almas de la gente de cada país y los Guardianes vigilamos que ningún alma logre salir de su pozo correspondiente.
Dicho eso el veterano señala un pozo inmenso vigilado por una docena de demonios. En su interior miles de almas condenadas se esfuerzan por hacer una escalera usando sus cuerpos con la esperanza de que uno de ellos logre escalar y salir del pozo. Cuando parece que están a punto de conseguirlo varios demonios acuden al borde del pozo armados con largos tridentes y derrumban la escalera humana sin contemplaciones. Pero las almas condenadas no se resignan y empiezan a construir una nueva escalera.
-Esos son los alemanes -indica el veterano- y no cejan en su empeño de triunfar en su conjunto.
Señalando otro pozo, el novato observa que varias decenas de demonios guardianes están yendo de un lado a otro del borde golpeando con látigos a las diversas almas que logran llegar hasta la superficie por distintos puntos a la vez.
-Ese es el pozo de los americanos. Son individualistas, competitivos e incansables. Esyán constantemente intentando huir, ideando nuevos planes y poniéndonos siempre en guardia.
El joven demonio sigue observando los pozoz y, de repente, le llama la atención uno enorme, descomunal, repleto de almas condenadas y únicamente vigilado por un viejo demonio que está echándose una siesta.
-¿Quienes sufren una eternidad de dolor en ese pozo infernal? -pregunta el recién llegado.
-Los españoles -responde el veterano.
-¿Y cómo es que están tan escasamenre vigilados?
-Por que nunca hacen nada por salir de su pozo y cuando uno, ocasionalmente, destaca y está casi a punto de escapar, los demás le agarran por los pies y lo vuelven a hundir en el pozo.
Así, al hambriente paciente le llevan para comer un guisante y un tomatito y de beber un dedal de agua.
El hombre, al ver aquello, dice:
-¿Podrían traerme un sello postal?
La enfermera, sorprendida, pregunta: -¿Para qué?
-Porque después de comer me gusta leer algo.
Porque entran vascos y salen ingenieros, médicos, abogados...
-Oye, ¿en qué mometo del acto sexual grita más tu mujer?
-Cuando me limpio la cola en las cortinas.
En un momento dado entra en el compartimento un caballero que no se percata de la existencia de la cesta y va a sentarse justo encima. La mujer, alarmada, exclama:
-¡Cuidado con los huevos!
- Vaya, gracias. ¿Lleva aquí huevos?- pregunta el señor.
- No. Llevo agujas.
El doctor, al observar aquello, se mesa las barbas y se frota la calva, trtando de averiguar a qué se puede deber eso.
-Dígame, caballero. ¿Cómo es su vida sexual habitual? Quizá de ese modo podamos averiguar qué le sucede.
-Pues bueno -comienza el paciente-, nada más levantarme le hago el amor a mi mujer. Luego, al llegar a la oficina se lo hago a mi secretaria. A medio día, voy a casa a comer y se lo hago a mi mujer de nuevo. Por la tarde voy al gimnasio y me lo monto con la profesora de aerobic. Y por la noche, antes de dormir, repito con mi esposa.
- ¿Y eso todos los días?
-En efecto.
-Pues ya sé que le pasa. ¡Usted hace demasiado el amor!
-Qué alivio! Creía que era de las pajas!
- Y no olvidéis, hermanos, que el Señor nos hizo a todos a su imagen y semejanza...
En ese momento un cheposo muy feo se levanta en la última fila y pregunta, indignado:
-Y conmigo qué hizo, ¿un experimento?
-Tototototomás.
-Vaya, ¿Es usted tartamudo?
-No. El tartamudo era mi padre y el del Registro un hijo de puta.
-¿Qué tal ha ido, Rosa?
-Pues ya ves. Como anoche le hice una pajilla a mi marido el cura me ha mandado que me lave las manos en la pila del agua bendita.
-¡Pues no la ensucies mucho, que a mi me va a mandar que haga gárgaras!
- ¿Pero tú estás loco? ¿Cómo voy a hacerte eso aquí en el cine? Seguro que nos ce alguien..,
El novio, bastante agitado y salidillo, replica:
- Pero, cariño, si nadie nos va a ver. Todo el mundo está atento a la película, el cine está oscuro y, además, estamos en la primera fila. ¡Seguro que no nos ve nadie! ¡Venga, porfa...!
La novia, ante las súplicas del chico y pensando que, en realidad nadie les va a ver, accede a darle una satisfacción al novio. Así que, decidida, le baja la bragueta al novio, le baja el calzoncillo y, en ese momento, un pene descomunal brota de la entrepierna del mozo con ímpetu y arrojo. Pero su tamaño es tal que, de repente, se oye un grito desde la parte de atrás del cine, que exclama:
-¡Joder, el calvo de la primera fila que se siente!
- Joder, es espantoso, me gustan todas las mujeres menos la mía.
A lo que su amigo responde:
-Pues fíjate que es algo que hemos comentado los demás. A todos nos gustan todas las mujeres menos la tuya.
El conductor, sorprendido y divertido por la aparente locura del sujeto, va para allá con el coche. Para a su lado, baja la ventanilla y le pregunta:
- ¡Qué!¿Pican muchos?
A lo que el "pescador" responde:
-Con usted son ya cuarenta.
- Pepe, ¿has desmontado el futbolin y les has invitado a una copa?
- Pepe, me he enterado de que tu hijo es gay.
- ¡Eso es mentira! - responde Pepe muy ofendido-. El gay es su novio.