Un señor bajito y apocado decide un día echar una cana al aire e irse de putas. Se dirige a un prostíbulo de su ciudad y solicita que le atienda en las lides amatorias una meretriz grande, muy grande, la más grande.
La madame accede a su petición y le envía a la habitación a una señora ramera de ciento veinte kilos. El hombrecillo al ver semejante mujer se asusta... y más cuando ella se tumba en la cama, se quita la ropa interior y mostrándole su tupido y enorme chocho grita:
- ¡Cómetelo, cómetelo!
El hombre aterrorizado responde:
- ¡A mi no! ¡A mi no!
La madame accede a su petición y le envía a la habitación a una señora ramera de ciento veinte kilos. El hombrecillo al ver semejante mujer se asusta... y más cuando ella se tumba en la cama, se quita la ropa interior y mostrándole su tupido y enorme chocho grita:
- ¡Cómetelo, cómetelo!
El hombre aterrorizado responde:
- ¡A mi no! ¡A mi no!
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