Los calvos van al Cielo

San Pedro llevaba ya tantos años vigilando la puerta del Cielo que su vista había decaído bastante. Pero como era sabio, había ideado un método para distinguir al tacto quienes eran dignos de entrar en el Paraíso y quienes no: los calvos siempre eran bondadosos y los melenudos siempre eran pecadores.

Así que se limitaba a palpar la cabeza del alma recién llegada y si era calvo lo dejaba pasar.

Un buen día, estaba en esas, cuando un alma recién llegada y con una melena prominente se percató de que no iba a poder entrar al Cielo. Pensando como burlar al Santo se bajó los pantalones y se puso en la fila de los que estaban esperando para entrar. San Pedro palpaba y los calvos entraban... llegado el turno del melenudo se agachó, puso el culo en pompa y el Guardián palpó, exclamando al instante:

- ¡Por favor, por favor, no se me acumulen en la fila y dejen sitio entre unos y otros!