Un chico joven entra en una farmacia y, rojo como un tomate, se acerca a la dependienta y le dice con una vocecilla de lo más vergonzosa:
- Por favor... ¿me da una caja de condones?
- Claro, no hay problema -responde ella-. ¿Qué talla quiere?
- Hmmm, ¿hay tallas? -responde el novato en estas lides.
- Sí, las hay. ¿No conoce la suya?
- Pues... me temo que no.
- Bueno, para todo hay solución -dice la farmacéutica al tiempo que sale de detrás del mostrador-. Por favor saque su pene y déjeme hacer una prueba.
El chico, tan asustado como alucinado, obedece las instrucciones y se saca aquello. La mujer lo toma con una mano, lo palpa y a los pocos segundos dice:
- ¡Pepe, sácame del almacén una caja de condones de talla cuatro! ¡No, espera, mejor una seis! -sigue palpando-, ¡no, que sea una ocho! -sigue palpando-, ¡la diez, saca la diez! -sigue palpando- ¡Pepe, saca la fregona!
- Por favor... ¿me da una caja de condones?
- Claro, no hay problema -responde ella-. ¿Qué talla quiere?
- Hmmm, ¿hay tallas? -responde el novato en estas lides.
- Sí, las hay. ¿No conoce la suya?
- Pues... me temo que no.
- Bueno, para todo hay solución -dice la farmacéutica al tiempo que sale de detrás del mostrador-. Por favor saque su pene y déjeme hacer una prueba.
El chico, tan asustado como alucinado, obedece las instrucciones y se saca aquello. La mujer lo toma con una mano, lo palpa y a los pocos segundos dice:
- ¡Pepe, sácame del almacén una caja de condones de talla cuatro! ¡No, espera, mejor una seis! -sigue palpando-, ¡no, que sea una ocho! -sigue palpando-, ¡la diez, saca la diez! -sigue palpando- ¡Pepe, saca la fregona!
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