Una señora acompaña a su hija al ginecólogo porque desde hace varios días la joven se queja de un molesto escozor en sus partes pudendas. El médico, acostumbrado a estas situaciones, le pide a la madre que le deje a solas con la hija para poder hablar con ella con más confianza.
A los pocos minutos, la joven sale llorando del despacho mientras grita:
- ¡Mamá, mamá, que dice el doctor que tengo un ventilador entre los ovarios!
La madre indignada e irascible entra en el despacho del ginecólogo agitando el bolso como una maza mientras chilla:
- ¡Malnacido! ¿Cómo le dice eso a mi hija? ¡Se va a cagar!
El doctor, asustado y parapetado tras su mesa, responde:
- ¡Que no, que no! Yo he dicho que a su hija se la han ventilado entre varios.
A los pocos minutos, la joven sale llorando del despacho mientras grita:
- ¡Mamá, mamá, que dice el doctor que tengo un ventilador entre los ovarios!
La madre indignada e irascible entra en el despacho del ginecólogo agitando el bolso como una maza mientras chilla:
- ¡Malnacido! ¿Cómo le dice eso a mi hija? ¡Se va a cagar!
El doctor, asustado y parapetado tras su mesa, responde:
- ¡Que no, que no! Yo he dicho que a su hija se la han ventilado entre varios.
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