Un rudo marinero pasea por el barrio del puerto en uno de sus escasos días de permiso. De repente su vista se posa sobre un rutilante y brillante cartel en una fachada de una desvencijada casa en el que se puede leer "Puta y cerveza 5 euros". El hombre de mar, sorprendido por semejante oferta y sujeto a las pulsiones propias de quien ha pasado largos meses en alta mar, no duda en acudir al reclamo y entrar en el edificio. Llama a la puerta y le abre la puerta una hermosísima mujer vestida con ropa sugerente y más bien escasa.
- Hola -dice el marinero- venía por el anuncio del cartel ese que pone "puta y cerveza por 5 euros".
- Pase, pase -dice la mujer- aquí es.
El marinero no sale de su asombro ¿por sólo 5 euros podrá acostarse con semejante belleza?
- Antes de nada -comienza a decir la meretriz- tengo que confesarle algo...
- Dígame -responde el lobo de mar.
- Vera... es que... ¡no tengo clítoris!.
- ¡Ah! No se preocupe por eso, me vale con una Mahou o una Heineken.
- Hola -dice el marinero- venía por el anuncio del cartel ese que pone "puta y cerveza por 5 euros".
- Pase, pase -dice la mujer- aquí es.
El marinero no sale de su asombro ¿por sólo 5 euros podrá acostarse con semejante belleza?
- Antes de nada -comienza a decir la meretriz- tengo que confesarle algo...
- Dígame -responde el lobo de mar.
- Vera... es que... ¡no tengo clítoris!.
- ¡Ah! No se preocupe por eso, me vale con una Mahou o una Heineken.
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