En un autobús abarrotado de gente y con las ventanillas cerradas viaja un señor con un solo brazo que se sujeta de una de las barras colocadas a tal efecto. En un momento dado se escucha un sonoro, pegajoso, liquido y asqueroso pedo. Todo el mundo se apresura a taparse la nariz, a lo que exclama el caballero manco:
-¡Hijos de puta, no me lo dejéis todo a mi!
-¡Hijos de puta, no me lo dejéis todo a mi!
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