En un compartimento de un tren viajan cuatro pasajeros. En concreto se trata de una mujer joven y muy atractiva. Un catalán, elegante y bien vestido. Una señora mayor, recatada y sobria. Y un aragonés.
En un momento del trayecto el tren pasa por un túnel y, en medio de la oscuridad reinante, se escucha un beso, una bofetada y un "¡ay!". Al salir del túnel el catalán se está frotando la cara, visiblemente roja.
La señora mayor piensa: "Ese atrevido ha debido de besar a la jovencita y ella se ha defendido dándole una bofetada. ¡Bien merecido lo tiene!".
El catalán piensa: "El cabrón de aragonés le ha dado un beso a la chica y ella se ha confundido y me ha dado una bofetada a mi".
La joven piensa: "Al catalán le deben de gustar las mujeres maduras, le ha dado un beso a esa señora y ella le ha dado un buen bofetón".
Y el aragonés piensa: "En el próximo túnel me vuelvo a dar un beso en el puño y le suelto otra hostia al catalán".
En un momento del trayecto el tren pasa por un túnel y, en medio de la oscuridad reinante, se escucha un beso, una bofetada y un "¡ay!". Al salir del túnel el catalán se está frotando la cara, visiblemente roja.
La señora mayor piensa: "Ese atrevido ha debido de besar a la jovencita y ella se ha defendido dándole una bofetada. ¡Bien merecido lo tiene!".
El catalán piensa: "El cabrón de aragonés le ha dado un beso a la chica y ella se ha confundido y me ha dado una bofetada a mi".
La joven piensa: "Al catalán le deben de gustar las mujeres maduras, le ha dado un beso a esa señora y ella le ha dado un buen bofetón".
Y el aragonés piensa: "En el próximo túnel me vuelvo a dar un beso en el puño y le suelto otra hostia al catalán".
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