Dos médicos van paseando por la calle cuando, a una decena de metros, observan a un hombre que anda levemente encogido, arrastrando lastimosamente la pierna izquierda y con cara de apuro y cierto sufrimiento.
Uno de los galenos comenta al otro:
- Fíjate aquel caballero. Por la curvatura de su espalda y su leve cojera es obvio que padece fuertes dolores por la inflamación dolorosa del nervio ciático, probablemente como consecuencia de una malformación en el glúteo.
A lo que su colega responde:
- ¡De eso nada! Ese señor tiene un serio problema de riñones, probablemente piedras o alguna infección, por lo que anda encogido por los fuertes dolores lumbares.
- ¿Riñones?, ¡Ja!, Es ciática -responde el primero.
- Que no, que son los riñones -asevera el segundo.
Viendo imposible llegar a una mismo diagnóstico, los dos médicos acuerdan ir a preguntarle al señor qué le sucede para dilucidar cual de los dos tiene razón. Se acercan al caballero y le dicen cortesmente:
- Vera, señor mío. Mi colega y yo somos médicos y no hemos podido evitar observar su peculiar modo de andar y los visibles males que arrastra. Yo sostengo que el origen de los mismos es su nervio ciático y mi compañero asegura que es un problema en los riñones.
A lo que el señor responde:
- Pues nos hemos equivocado los tres. ¡Yo creía que era un pedo y me he cagado!
Uno de los galenos comenta al otro:
- Fíjate aquel caballero. Por la curvatura de su espalda y su leve cojera es obvio que padece fuertes dolores por la inflamación dolorosa del nervio ciático, probablemente como consecuencia de una malformación en el glúteo.
A lo que su colega responde:
- ¡De eso nada! Ese señor tiene un serio problema de riñones, probablemente piedras o alguna infección, por lo que anda encogido por los fuertes dolores lumbares.
- ¿Riñones?, ¡Ja!, Es ciática -responde el primero.
- Que no, que son los riñones -asevera el segundo.
Viendo imposible llegar a una mismo diagnóstico, los dos médicos acuerdan ir a preguntarle al señor qué le sucede para dilucidar cual de los dos tiene razón. Se acercan al caballero y le dicen cortesmente:
- Vera, señor mío. Mi colega y yo somos médicos y no hemos podido evitar observar su peculiar modo de andar y los visibles males que arrastra. Yo sostengo que el origen de los mismos es su nervio ciático y mi compañero asegura que es un problema en los riñones.
A lo que el señor responde:
- Pues nos hemos equivocado los tres. ¡Yo creía que era un pedo y me he cagado!
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