Una hormiguita quiere cruzar un ancho río pero no encuentra ningún modo de hacerlo. NO hay puentes, no hay troncos cruzados sobre el caudal, no hay nada. Triste, se resigna a no poder cruzar cuando, a lo lejos, ve que un elefante se acerca a la misma orilla en la que está ella. Corriendo, se acerca al inmenso paquidermo y le dice:
- Señor elefante, señor elefante ¿podría usted ayudarme a cruzar al otro lado del río?
- Por supuesto, amiga hormiguita -responde el elefante- súbete sobre mi lomo y vamos para allá.
La hormiguita, solícita, obedece y, cuando está colocada en lo más alto, el elefante comienza a cruzar el río. Al llegar a la otra orilla, la hormiguita se baja y dice:
-¡Gracias por haberme traído!
A lo que el elefante responde:
- ¡Cómo que gracias, bájate las bragas!
- Señor elefante, señor elefante ¿podría usted ayudarme a cruzar al otro lado del río?
- Por supuesto, amiga hormiguita -responde el elefante- súbete sobre mi lomo y vamos para allá.
La hormiguita, solícita, obedece y, cuando está colocada en lo más alto, el elefante comienza a cruzar el río. Al llegar a la otra orilla, la hormiguita se baja y dice:
-¡Gracias por haberme traído!
A lo que el elefante responde:
- ¡Cómo que gracias, bájate las bragas!
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