Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros (Groucho Marx)

Este blog pretende ofrecer al visitante un chiste nuevo al día durante todo el año. Los habrá de todo género y calidad. Largos y cortos. Buenos y malos. Simpáticos, irreverentes, grotestos, de alto contenido sexual y propios de la astracanada más sonada.

Nadie está obligado a leerlos pero cualquier comentario es bien recibido.

O no.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Un asunto de insistencia

Un cura recién salido del seminario es destinado a un pueblo aragonés dónde se le espera con gran ilusión. Como la localidad está alejada de la parada de tren más cercana, acude a buscarle a la estación un lugareño llamado Mariano. El mañico, al ver al sacerdote descender del tren le saluda, se identifica como uno de sus nuevos feligreses y le indica que él le llevará en su coche hasta el pueblo.

En el trayecto, el sacerdote, queriendo ser amable le ofrece a Mariano un cigarro que extrae de una pitillera labrada en plata muy bonita. El lugareño, al verla, dice:

- Padre, que pitillerica más maja tiene usted.
- Sí que lo es. Me la regaló una tía mía el día de mi consagración -responde amablemente el cura.
- Pues fíjese que yo siempre he querido tener una, pero nunca me han llegado los dineros, ¿no me la regalaría usted, padre?
- Vaya, Mariano, es un regalo personal... -intenta explicar el sacerdote.
- Sí, claro, pero es que yo nunca he tenido una ¿sabe? -afirma el mañico.
- Bueno, lo entiendo, pero es que mi tía...
- Claro, pero no me diga que no sería bonico que me la regalase como muestra de cariño -insiste Mariano.
- Tal vez, pero hágase cargo de que es un presente que... -intenta decir el cura.
- Ya le digo, padre, pero anda que no me haría feliz tenerla yo y decir lo bondadoso que es usted, padre.

Y así kilómetros y kilómetros hasta que, al final, el sacerdote termina cediendo y le regala la pitillera a Mariano.

Varios meses después, ya en el pueblo, está el sacerdote atendiendo las confesiones cuando se le presenta una joven vecina azorada y preocupada. El cura, en plena confesión, le pregunta:

- Pero, ¿qué te sucede, hija mía?
- Pues verá, padre, que mi novio me insiste en que consumemos el acto sexual pero yo me opongo... pero él me insiste... pero yo me opongo porque soy virtuosa... pero él me insiste... y no sé que hacer, padre.
- Dime, hija mía ¿quien es tu novio? -pregunta preocupado el sacerdote.
- El Mariano, padre -responde la mujer.
- ¡Uy, pues date por jodida, maña!

1 comentario:

  1. Juer este chiste lo contaba mi padre siempre para navidades... es un clásico XDDDDDDDDD


    Snaga

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